El siglo XXI se presenta hoy como una época de cambios constantes que ocurren cada vez en menor corto plazo. Los avances tecnológicos han tenido una vertiginosa evolución en los últimos años. La globalización ha traído consigo diversas exigencias en muchos aspectos de la vida de los educandos y de las instituciones que los forman. De ahí que éstas se vean obligadas a evolucionar paralelamente a la tecnología en la medida que sus recursos lo permiten.
La tarea pendiente de virtualizar la educación.
América Latina está inserta en una macro reforma universitaria derivada de la existencia de múltiples transformaciones en los conocimientos, las teorías pedagógicas y los mercados laborales. Entre los factores que impulsan muchas de las reformas destacan las tecnologías digitales de información y comunicación en tanto permiten mejorar la adquisición de competencias, la retención de los contenidos y las pedagogías de enseñanza, y por ende permiten una mejor formación de capital humano para responder a las demandas laborales y sociales.
Los impactos son muy amplios y las nuevas estructuras curriculares, la internacionalización, la adquisición de competencias, el autoaprendizaje a través de aplicaciones informáticas o los posgrados cada vez están articulados a esa digitalización y virtualización de la enseñanza. Estas posibilidades han sido, sin embargo, en algunos países limitadas ante las resistencias que implica el nuevo paradigma. Corporativismos, ideologías, comodidades, desconocimientos, temores, son la carne que alimenta la baja virtualización de los aprendizajes y de incorporación de pedagogías informáticas, y que finalmente contribuye a bajos niveles de calidad de la enseñanza.
La reforma necesaria de un modelo educativo obsoleto.
La
expansión del conocimiento y la aparición de nuevos paradigmas y modelos
educativos, así como la apertura económica y el cambio en los mercados
laborales, han develado la necesidad de amplias reformas educativas.
Tendencias, comparaciones, resultados y nuevos paradigmas teóricos verifican
además el agotamiento del tradicional modelo educativo, la necesidad de otra
agenda educativa y por ende nuevas políticas. Es un desafío global que en
Uruguay, que a las normales dificultades agrega corporativismos e ideologías
que han hecho primar la política sobre la calidad, la gestión centralizada con
poca diversidad y diferenciación institucional y decisiones autoreferenciadas
con bajo nivel de articulación a las competencias requeridas por el mercado.
Este
nuevo escenario requiere una reflexión no enfocada exclusivamente en los
problemas de la gestión, sino en las bases conceptuales del modelo educativo
obsoleto, en tanto han cambiado las formas de creación, de transferencia, de
apropiación y de uso de los conocimientos y las bases del paradigma emergente.
Sinteticemos en que las prácticas reales de la enseñanza catedrática de tiza,
lengua y pizarrón son finalmente la causa primigenia de la crisis
educativa.
En general en la región se constatan modelos educativos ineficientes
para cumplir la formación de ciudadanos y profesionales en el nuevo contexto de
los conocimientos y competencias y para aprovechar las oportunidades de las
tecnologías y la globalización, y por ende reformas modernizadoras. Los
actuales sistemas de gestión tienden a pensar exclusivamente en términos de
poder y cobertura, transfiriendo conocimientos a través de pedagogías
ineficientes y obsoletas, cuando el asunto radica en crear efectivos
aprendizajes y la formación de las competencias necesarias para competir en la
creciente sociedad del conocimiento.
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